domingo, 2 de mayo de 2010

Intentos (1988)

I

Reluciente bajas por la sierra
y tus manos acarician las flores que te sirven de manto,
flores blancas, amarillas y rojas que se mueven
al compás del silencio del pájaro.

Inmóvil veo que en tus ojos se dibuja
la silueta de mis sueños y extiendo hasta entonces
el corazón para que le quites su sangre,
no puede haber mejor remedio al
olvido en que he guardado los recuerdos.

La luz que enciende mi espacio queda atrapada,
con las manos del alma voy tocando el contorno
de tu sentir como un invidente del destino,
que sin hacer caso al matiz del color se ocupa de
la sustancia que le provoca su profesar.

En la planicie de mis sentimientos te posas,
al bajar al descanso mi llano amor
aquí permanecerás dando razón de tu presencia
que evidente lleva su existencia.

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