viernes, 28 de mayo de 2010

Piña Colada I

I
¿Por qué lo hice?. Prometí tantas veces a mi madre que me cuidaría que pensé se volvería una verdad insuperable. Sí, recuerdo que pedí una piña colada en la disco pero no era para que me pusiera en esos extremos. Seguro le pusieron algo. ¡Méndigos!, no hay otra palabra que me llegue para nombrar a estos pendejos. ¿Por qué lo hice?, no me dio pendiente que Carlos fuera hasta la barra por las copas, el calor arreciaba y ameritaba un trago. Sí, tantas veces me dijeron que hay quienes ponen en la bebida unas pastillas para excitar a las chavas, pero no me imaginé nunca que a mi me pudiera pasar algo así. ¡Méndigos! o ¿mendiga yo?. Apenas recuerdo que cuando salimos sentí que todo estaba flotando, todo me daba risa, todo me provocaba calor y me creí en lo absoluto dueña de mi cuerpo, con ganas de ser poseída por el viento, por el mar, por los cara de príncipe que me rodeaban. No me extrañó que en el coche Carlos me besara y tocara, una imperiosa necesidad apresuraba mi respiración, no rechacé las caricias de otras manos en las redondeces de mi cuerpo, me sentí la mujer más deseada. El calor se elevó y no encontraba la forma de acabar con él. Después sólo recuerdo que sentía sobre mí labios distintos, manos distintas, pesos distintos y que entre sueños escuchaba carcajadas como de cuatro ¿o eran cinco?. Sentí también mucho dolor, aunque también la necesidad de sentirlo.

¿Por qué lo hice?. No puedo echarle la culpa a una piña colada. ¡Yo que tanto hablé de libertad y de igualdad entre los sexos!. ¿Eso sería lo que desencadenó todo esto?, ¡en mi!, ¡yo! que en el fondo sabía que quería estar casada, con hijos, con un marido bueno, con un marido fuerte, con un marido macho. ¿Y si quedo embarazada?, ¿que voy a hacer Dios mío?, tanto que leí en las revistas que la primera vez debe ser la mejor de todas: ternura, calma, amor, deberían haber sido los pilares en esta noche. ¿Por qué lo hice?. ¡Chingado, ya ni tenía ganas de tomar!, por eso creí que ese sabor raro de mi piña colada era por falta de ganas. ¿Y si mi padre se entera?, ¡No virgencita, por favor que no se entere!, le diré a mi madre que me quedé con Concha para estudiar.

Mejor no lloro, ¿para qué? si todo paso como en un sueño, ¿pero sabrá comprender otro que en una noche hice más que tal vez ya de casada?. ¡Por favor!, que me toque un marido bueno, un marido fuerte, aunque no sea tan macho, ¿los habrá?. ¿Y si estos desgraciados cuentan a todos sus conocidos lo sucedido?, de seguro cuando me saluden estarán pensando más en una cama que en darme la mano, estará mi desnudez en sus fantasías. ¡No, por favor!, que tan solo una vez en su vida sean hombres y no digan nada, que por lo menos esta vez tengan vergüenza y escondan su canallada. ¿Por qué lo hice?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario